Esta semana, en concreto el día 26, la Trek Y33 ha cumplido quince años. Recuerdo como si fuera ayer el día que fuí a Madrid, a Bicimanía a buscarla: Los nervios, la emoción, las ganas... Desque que la vi por primera vez en una revista, se convirtió en la bici de mis sueños; pero uno difícilmente alcanzable. Me costó 215.000 pesetas y gracias a que un cliente de la tienda prefería la Y55 de color azul y accedió al cambio, pude conseguirla, porque el cuadro no se vendía suelto. Como digo, no entraba en mis planes comprarla, pero la rotura de mi cuadro de entonces, una Diamond Back, junto con la concesión de un crédito por parte de cierto banco (con el aval de mis padres, claro) convirtieron aquella Semana Santa en inolvidable.
Hemos pasado mil y una aventuras juntos: Hemos viajado miles de kilómetros conociendo lugares y sobre todo personas que nos acompañarán en el recuerdo durante toda la vida. También hemos sufrido de lo lindo compitiendo, llegando incluso a participar en el Campeonato de España de Candanchú (creo que fué el año 2000) siendo la única bici de doble suspensión en la prueba de rally (me doblaron los buenos, claro).
Ayer salimos juntos a celebrarlo por los mismos escenarios que pisamos en nuestra primera salida, y la jodía, quizá algo celosona porque últimamente me dedico más al asfalto, me pegó un buen revolcón en una trialera de las jodidas. Debo confesar que la culpa fue mía, por dudar en el momento crítico. El caso es que aquí ando con el hielo y la pomada antiinflamatoria.
Muchos pensarán que no es más que un objeto, pero para mí es mucho más que eso. He tenido la suerte de tenerla aparcada casi siempre en el salón de mi casa, y si algún día no puedo seguir surfeando senderos con ella, la colgaré de la pared para recrearme recordando las aventuras que hemos vivido juntos.
¡Felicidades!
Hemos pasado mil y una aventuras juntos: Hemos viajado miles de kilómetros conociendo lugares y sobre todo personas que nos acompañarán en el recuerdo durante toda la vida. También hemos sufrido de lo lindo compitiendo, llegando incluso a participar en el Campeonato de España de Candanchú (creo que fué el año 2000) siendo la única bici de doble suspensión en la prueba de rally (me doblaron los buenos, claro).
Ayer salimos juntos a celebrarlo por los mismos escenarios que pisamos en nuestra primera salida, y la jodía, quizá algo celosona porque últimamente me dedico más al asfalto, me pegó un buen revolcón en una trialera de las jodidas. Debo confesar que la culpa fue mía, por dudar en el momento crítico. El caso es que aquí ando con el hielo y la pomada antiinflamatoria.
Muchos pensarán que no es más que un objeto, pero para mí es mucho más que eso. He tenido la suerte de tenerla aparcada casi siempre en el salón de mi casa, y si algún día no puedo seguir surfeando senderos con ella, la colgaré de la pared para recrearme recordando las aventuras que hemos vivido juntos.
¡Felicidades!