Le tenía ganas a este recorrido. Mi intención era hacerla el sábado pasado de camino hacia casa de Plato53 y Susana en Pinofranqueado, pero los chaparrones que cayeron, junto con la posibilidad de ver la Milán-San Remo ganaron la batalla y hubo que posponerla.
Echando un vistazo a esta altimetría uno se puede asustar pero la cosa no es para tanto. En realidad es bastante tendido, no tiene grandes desniveles, a excepción del último tramo donde se alcanza el 14% (según mi Garmin) en algunas rampas. El paisaje es de postal; te vas internando en el valle a media ladera entre bosques de pinos y algunos olivares.
Esta mañana, después de un par de días de hidratación a base de zumo de cebada, una excursión para ver a Doña Madroña, de esas sesiones de cocina que son marca de la casa, de andar a la caza de estrellas y "errantes" en el cielo nocturno, de tertulias, paseos y risas, por fín me puse manos a la obra. O mejor sería decir pies a los pedales.
Hacía frío, 7'5 grados centígrados para ser exactos, y un viento de mil demonios. Con algo de desgana, debo admitirlo, inicié el recorrido bajando hacia Casares de Hurdes desde el límite provincial mientras el citado elemento demoníaco me bamboleaba de un lado a otro de la carretera. Una pena, porque el descenso es una gozada, y hoy no he podido disfrutarlo. Una vez abajo, buscando la salida del valle llegué a Vegas de Coria, giro a la izquierda hasta el cruce de Las Mestas, donde hasta en dos ocasiones hube de resistirme a las tentaciones del dopaje.
Le tenía algo de miedo a las rampas de los últimos kilómetros, porque aunque voy acumulando fondo, no tengo demasiada fuerza en las piernas y al llevar "compact" a veces se me olvida, porque puedo subir rampas de hasta el diez por ciento sin apenas entreno. Así que hoy sabía que tocaba echar el resto... lo que no me esperaba era el viento, que en ese tramo unas veces soplaba a favor con el consiguiente alivio, pero cuando me tocó en contra me obligó a retorcerme encima de la bici como hacía tiempo que no me ocurría. Resultado: Prueba superada pero llegada al coche totalmente vacío y con un dolor el resto del día que no sabía en qué postura ponerme en el sofá: ¡Me dolía todo! Habrá que volver pronto porque este recorrido se merece un recuerdo más grato.
Para terminar me permito recomendar a cualquiera que pase cerca de esta zona de las Hurdes la excursión a "La Madroña de Guijarroblanco". Se trata de un bosquecillo de madroños situado en la parte alta de un valle, frente al pueblo de El Castillo. Un paseo de unas dos horas te conduce primero por pistas forestales y luego por un precioso senderillo rodeado de madroños, abrazados de musgo en sus troncos, que te traslada a un paisaje de cuento de hadas. La estrella es la bicentenaria señora de la foto de arriba, que alcanza más de diez metros de circunferencia en su base, pero hay otros ejemplares dignos de admiración a su alrededor.
Ya de vuelta nos encontramos con otro habitante de la zona, al que acaban de aplastar la cabeza hacía muy poco, porque aún conservaba la piel brillante. No hemos sido capaces de identificarla con certeza, aunque creemos que se trata de una víbora.
Han sido unos días estupendos. Cada vez me gusta más la zona de las Hurdes donde viven Plato53 y Susana. De hecho cada vez voy más a menudo... Muchas gracias a los dos. Me temo que a no mucho tardar os haré otra visita. Jejejeje....
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