martes, 21 de febrero de 2012

Tres historias de una Historia.

Ahora que me sobra tiempo, estoy disfrutando de una de las actividades que considero más placenteras: La lectura. Y además, gracias a las bibliotecas públicas, de momento gratuita y accesible para todos (aunque ya hay proyectos que quieren quitarnos también ésto). Me ocurre, como al padre de Sabrina y chófer de los Larrabee que es feliz con su empleo porque las esperas le permiten leer. ¿Existe la profesión de lector? Podría dedicarme a ello.

Sumadle a todo lo anterior, que aciertes en la elección de turno, que la temática te interese especialmente, y que esto ocurra por triplicado. Pues así es, las últimas semanas me he zambullido en los sucesos y los escenarios de la Segunda Guerra Mundial con alguno de sus protagonistas. Recién llegado a la realidad, os recomiendo las que han sido mis guías de viaje el último mes.

Lorenzo Silva: "Niños feroces"


Sinopsis
Lázaro es un joven aprendiz de escritor que, en opinión de su maestro, es incapaz de escribir historias largas, a pesar de su talento, porque pertenece a la generación de lo fragmentario, del post bloguero, el mensaje de Facebook o Twitter y el vídeo de YouTube. Para Lázaro, el problema estriba en que no tiene argumentos, en que le falta una historia que contar.
Su maestro le regala la de Jorge, un joven madrileño, como él, que setenta años atrás, el 13 de julio de 1941, salió con la primera expedición de la División Azul. Una peripecia pasmosa que le llevó a la batalla de Krasny Bor, en el frente de Leningrado, y después, en 1945, a defender Berlín con el uniforme de las Waffen-SS.
Acompañado por las lecturas de Walter Benjamin, Jorge Semprún o Günter Grass, Lázaro escribe un relato vibrante que, enhebrando estampas del hoy, desde las guerras de Irak y Afganistán al 15-M, recorre los escenarios de una Europa en guerra, e, hijo de su tiempo, comprende que con esa suma de fragmentos, escenas, lugares e historias ha construido, finalmente, una novela.

Es uno de mis escritores "fetiche", por lo que suelo estar pendiente y en cuanto publica algo nuevo, me lanzo hambriento a degustarlo. Le tengo especial cariño por dos de sus libros "Del Rif al Yebala" y "La flaqueza del bolchevique", aunque recomiendo sin reservas igualmente el resto de sus obras, entre las que sigo con afición la saga de Bevilacqua. Sigo habitualmente sus twits y en la columna de la derecha de este blog tenéis un link al suyo que ha llamado "Los trabajos y los días", que no tiene desperdicio. Siempre me ha parecido un tipo muy cercano y accesible; nada pagado de sí mismo y honesto.
En "Niños feroces" creo que ha alcanzado unas cotas de calidad literaria difíciles de superar. Las primeras cincuenta páginas son insuperables. No recuerdo haber leído nunca un inicio tan bien fraguado. La técnica utilizada es arriesgada pero el resultado no podría haber sido mejor. El tratamiento de un tema tan doloroso aún hoy en día a tres voces, aporta perspectivas para calibrar nuestra receptividad. Es un texto fresco y franco, directo y sincero, comprometido pero no partidista... Únicamente creo que el final es algo flojo, pero reflexionando al respecto según se va asentando la lectura, creo que haber elegido una conclusión más grandilocuente le habría despojado de alguna de las virtudes que enumero en la frase anterior.
Como viene siendo habitual habitual, Lorenzo Silva me ha proporcionado además nuevo e interesantísimo material de lectura, como el tercero de los que aquí reseño.

Laurent Binet: "HHhH"

Estupendo análisis del libro en este artículo de Jacinto Antón en El País, sep 2011 (pinchar encima)
Me zambullí en esta lectura por recomendación de Atalanta en uno de las entradas de su blog, gran amante de la historia y de este período en concreto. Coincidió su lectura con las últimas páginas del anterior, afortunado azar, ya que muchos escenarios tanto físicos como cronológicos son coincidentes. El tono desenfadado del autor, con gran cantidad de pesudonotas autobiográficas casi humorísticas, liberan algo la pesada atmósfera y le otorgan una ligereza a la lectura poco habitual. Placentera lectura sin duda, que además me provocó cierto síndrome de abstinencia los días que no le pude dedicar tantos momentos como hubiese querido, a pesar de habérsenos revelado, ya de entrada, el desenlace de la historia.


Günter Grass - "Pelando la cebolla".


Polémica autobiografía del que se ha considerado "preceptor moral de la Alemania de posguerra", en la que confiesa haber militado en las filas de las Waffen-SS, y por la que se ha llegado incluso en algunos ámbitos a pedir que devolviese el premio Nobel. Ha supuesto una auténtica hecatombe cultural en Alemania y fuera de ella. Os recomiendo leer este artículo publicado en El País por Germán Gullón en 2006 (pinchad encima para leerlo).

"Pelando la cebolla" no es un una mera autobiografía, es literatura autobiográfica. Los recuerdos son como una cebolla, dice el mismo autor. Capa tras capa tiene que ser desvelada para llegar a los más profundos interiores de nuestra memoria.

Hace muchísimos años que leí "El tambor de hojalata" y reconozco que nunca fuí un gran seguidor de Grass porque su prosa me resulta algo lenta, pero tras leer su autobiografía se impone su relectura, así como la de otros de sus textos que estoy seguro que aportarán ahora mucho más que en su momento. Me ha costado comprometerme con su lectura, por los motivos que antes comento, quizá también por cierto cansancio temático, pero poco a poco me ha ído "ganando". En cualquier caso creo que es muy recomendable, como texto y como reflexión relativa a la naturaleza humana.

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