lunes, 25 de agosto de 2008

ÉPICA DE ANDAR POR CASA...


Mi amiguete Felipe (Popita en J&J) ha escrito algo treméndamete emotivo, que hace honor al título de éste mi/nuestro blog.

Espero que lo disfrutéis tanto como yo.

Son autenticas máquinas diseñadas y fabricadas para correr. Las caras laxas y la mirada perdida en el suelo mientras mantienen el resto del cuerpo en tensión. El español Chema Martinez y un marroquí se están quedando ahora mismo. Eran los únicos que tenían el gesto torcido. Me he quedado solo hace un momento en el salón y he plantado en la tele la maratón. Como siempre cuando uno está solo la cabeza se posa en cualquier otro sitio. Me he marchado a mi primer maratón. cada vez que le comentaba a alguien que me había apuntado les decía, engañandome a mi mismo, que solo quería llegar a la media y me retiraba. Desde que me enteré que día era, me puse a entrenar como un loco. Llevaba dos semanas entrenando una hora por las tardes porque no tenía otra cosa que hacer. Ni siquiera tenía tele así que me perdí los juegos del 2004. Ese mes de agosto fue una desintoxicación total de todo lo que me rodeaba. Estaba yo, yo mismo y cinco horas de clase por las mañanas. Salamanca, Madrid y desde luego Ciudad Rodrigo se me habían olvidado. El día que me inscribí, a falta de tres semanas, me metí hora y media de entrenamiento. Al dia siguiente me dolian los muñones que eran mis piernas pero salí otra hora por un bosque que tenía detrás casa. Parecía de cuento, con casas de madera en los lindes y abuelos como el de Heidi paseando en taca-taca. Todo el mundo con el que te cruzaras en esa especie de mundo perdido te decia buenos dias, buenas tardes o buenas noches. Corrí en otoño sobre las hojas recien caidas, en invierno sobre la nieve recién caida, me falto correr en primavera. Vuelvo, que desvarío. Me maté a entrenar esas tres semanas pensando que no iba a terminar pero sabía que iba a dejar el último gramo de agua en intentarlo. Y vaya si lo intente. Llegue a la media maratón de paseo. Con el mismo tiempo que había hecho en la media de Madrid, la única que había corrido pero que terminé con un dolor de espalda por una contractura que casi no me dejaba ni respirar. Aquí, en mi primera maratón, iba de paseo. Cuatro quilometros despues me empezaron a doler las rodillas. En el veintocho era horrible, cada paso era un quejido, no podia pero no quería parar. Solo véia a gente que me pasaba y estaba esperando que a la vuelta de cada esquina hubiera agua o comida para pasarme veinte metros andando. Después me di cuenta de la cantidad de gente y la fiesta que había alrrededor de la carrera. Todas las familias en el jardin de su casita con una maguera para mojarnos, con los niños repartiendo agua o tomando el almuerzo mirando como sufriamos. Por hacer el tonto me pegó un tiron en el gemelo. Una de esas dulces familias de marido gordo y bigotudo con niños orondos y rubiacos tenían al final de su goma una alcachofa tentadora. Al pasar justo debajo por hacer la gracieta pegue un saltito. Ahí solo fue un pinchazo pero poco a poco se hizo más fuerte. Por suerte solo fueron cinco quilometros más de dudas, desear dejarlo, de mirar para delante y ver las cabezas de los que te iban pasando, de cabeza baja, hombros caidos, SED con mayusculas de la humedad y el calor que hacían, de mirarme las rodillas hinchadas. Cuando ví en cartel del treintacinco se me pusieron anudados de corbata. Ahí me creí que podía. Tenía pocas fuerzas pero notaba que iba a llegar con ellas. Todo dolía pero menos. Además los dos quilometros siguientes por fin los hice en grupo: diez tios de una empresa vestidos de Hawaianos. Se quedaron para esperar a alguien, ese fue mi momento. Sólo una persona me animó en todo el camino. Escuché mi nombre y miré a mi derecha. Saqué los dientes y tire para delante los dos últimos kilometros como si acabara de salir de casa. Cada zancada era mas larga y la sonrisa cada vez más grande. Y ahí tuve un momento de esos que no se me van a olvidar nunca. Tan alta como yo, vestida de negro y llorando a lagrima viva porque se daba cuenta que lo había conseguido. La adelante justo cuando, los que yo creo que eran su familia, la animaban a falta de algo más de un kilometro y la miré a la cara y según me escapaba la escuché llorar, uufffff. Un par de curvas y cuesta arríba y sonriendo y gozando y emocionado y no estaba cansado. Ni siquiera el adoquín en el que había entrado, y que tube que aguantar al principio de la carrera, me detenía. Giro final a la derecha doscientos metros, llenos de gente, que pasé gritando y levantando los brazos. Tengo el video de la llegada que baje de internét. Me veo ridiculo y demacrado con esas mallitas grises en mis piernas feacas. 3horas 59minutos 54segundos. Cada vez que lo recuerdo se me pone la misma sonrisa de felicidad. Llevo con esa sonrisa todo el rato mientras escribo. Están apuntito de llegar esas bestias, van por el cuarenta. Empece con este tostón pensando si ellos recordarán igual el primero que terminaron. Y preguntandome si podré volver a terminar otro.

Puuufff que tostón....
Alé, a dormir...

martes, 19 de agosto de 2008

COLORÍN, COLORADO...


Echando mano de esta expresión tan popular como apropiada por el entorno propio de cuento de Dísney en el que terminó nuestra estancia en territorio teutón, aquí les dejo la última entrega de "las aventuras y desventuras de dos jaramugos en el país de las chicas con mollas (Atalanta dixit)".

Schloss Hohenschwangau (lit: Castillo del Gran Condado del Cisne) fue la residencia de infancia del Rey Luis II de Baviera y fue construido por su padre, el Rey Maximiliano II de Baviera. Se encuentra en el pueblo de Schwangau cerca de la ciudad de Füssen, muy cerca de la frontera con Austria.

Fue construido donde se situaba la antigua fortaleza de Schwanstein, que databa del siglo XII. Una familia de caballeros se hizo cargo de la construcción de la fortaleza medieval. Tras abdicar los caballeros en el siglo XVI, la fortaleza cambió de manos en diversas ocasiones. El deterioro de la fortaleza continuó hasta que finalmente quedó en ruinas a inicios del siglo XIX.

En 1829 el Príncipe Maximiliano (futuro Rey Maximiliano II de Baviera) descubrió el histórico lugar y reaccionó con entusiasmo por la belleza del entorno. Adquirió la propiedad en 1832. Un año después empezó la reconstrucción del castillo, de manera ininterrumpida hasta 1837. El arquitecto a cargo, Domenico Quaglio, fue el responsable del estilo neogótico del diseño exterior.
Fué el lugar oficial de veraneo y de práctica de caza de Maximiliano, su esposa María de Prusia y sus dos hijos Luis (futuro Rey Luis II de Baviera) y Otto (Rey Otto I de Baviera). El joven príncipe pasó aquí sus años de adolescente. El Rey Maximiliano murió en 1864 y su hijo Luis le sucedió en el trono, trasladándose a la estancia que su padre tenía en el castillo. Como Luis nunca se casó, su madre continuó viviendo en la misma planta. El Rey Luis disfrutó viviendo en Hohenschwangau, especialmente después de 1869 cuando se inició la construcción de su propio castillo, Neuschwanstein, a partir de una piedra que provenía del castillo de la familia.


El castillo de Neuschwanstein es uno de los destinos turísticos más deseados del mundo, quizás porque su estampa adorna infinidad de calendarios, cuadros, posters etc. Está ubicado en la región de Füssen, antigua ciudad rodeada de viejos castillos, monasterios y ciudadelas. Cerca hay, incluso, una antigua calzada romana, la Vía Claudia, que atraviesa esa tierra desde Würzburg hasta Innsbruck. Toda la región está rodeada de preciosas montañas (los Alpes), cascadas y lagos espejados.

Se construyó en una época en la que los castillos y las fortalezas ya no eran necesarias desde el punto de vista estratégico. En lugar de ello, nació de la pura fantasía: una bella y romántica composición de torres y muros en perfecta armonía con las montañas y los lagos. La combinación de varios estilos arquitectónicos y la artesanía interior han inspirado a generaciones de adultos y niños. Este castillo es un gran tributo a la fantasía y la imaginación, producto en gran medida de la mente de un escenógrafo teatral, que evoca la imagen de un glorioso cisne surgido del lago a sus pies.

El rey exigió dos condiciones en su construcción: primero, que fuera edificado por trabajadores bávaros y con materiales bávaros, sin apenas excepciones, lo que favoreció la creación de una poderosa artesanía en Baviera, que ha hecho de ella uno de los mayores enclaves industriales de Alemania. Y segundo, que por fuera se asemejase a los castillos de los cuentos de hadas que tanto admiraba en su juventud, mientras que por dentro contuviera todos los avances tecnológicos de la época.

Así, ambas exigencias se cumplieron: el castillo asemejó tanto los relatos tradicionales alemanes que fue elegido por la Disney como modelo para el castillo de La bella durmiente (1959), el cual es el principal símbolo (de hecho, hay una réplica de éste en Eurodisney). Por dentro, además de continuas referencias a estos cuentos o a diversas leyendas y personajes medievales , contiene una completa red de luz eléctrica, el primer teléfono móvil de la historia (con una cobertura de seis metros), una cocina que aprovechaba el calor siguiendo reglas elaboradas por Leonardo da Vinci, y maravillosas vistas y paisajes a los Alpes, incluyendo una encantadora cascada que podía contemplarse desde la habitación del monarca.

Luis II deja la capital, Munich, y se instala permanentemente en el castillo en 1884 supervisando su construcción, en concreto desde unas escaleras que constituían el lugar favorito para seguir los avances obtenidos. Por no tomar medidas ante las amenazas por parte de la banca extranjera de embargar sus propiedades, es incapacitado en 1886 y muere ahogado en un lago cercano en extrañas circunstancias.
Una vez terminado el recorrido por los castillos, no pudimos resistirnos a pegarnos un baño en el lago, y fijar en nuestras retinas el "marco incomparable" (nunca mejor utilizada esta expresión) en el que nos encontrábamos.
Tras llenar la panza, nos dímos un "paseíto" de unos 1300 km atravesando 5 países (Alemania,Austria,Suiza,Francia y España) para llegar sobre las 3 de la madrugada a Barcelona, dónde hicimos escala porque Atalanta tenía entradas para ver al "Boss".
Aquí os dejo su crónica del evento:
BRUCE SPRINGSTEEN. Nou Camp. 20 de Julio.

Otro día importante. Muchas veces había intentado conseguir la entrada pero nunca lo había logrado…. Esta vez sí, con la banda y final de gira europea.
Los que me conocéis ya sabéis que he visto cientos de conciertos, que cuando era joven ir a festivales era otra de mis pasiones. Sin embargo mis cinco mejores conciertos claramente son los siguientes:
· Sigur Ros
· PJ Harvey
· Nick Cave
· Mark Lanegan
· Radiohead
Springsteen iba a otra categoría. Ya sabéis que yo soy o era (para estar en forma de todo lo que sale e investigar en el pasado hay que leer y escuchar mucho y ahora mismo mis obligaciones me lo impiden) una especie de aspirante a erudito musical. Para mí la música es algo muy importante, quizá demasiado importante y siempre un escalón por encima de la literatura y el cine, mis otras pasiones.
Pues bueno, todo mi interés por la música comenzó a los 14 años con un disco: “Born in the USA” (1984). Sin ninguna duda el disco que más he escuchado en mi vida. Una cinta que literalmente abrasé en mi casette sanyo. Durante años yo fui un “springtiniano” convencido. Devoraba programas, recortaba artículos, entrevistas, compraba libros. Grababa discos. Lo sabía todo sobre su vida. Es curioso pensar cómo lo que aprendes en esas edades es difícil de olvidar. Poco de aquello se pierde.
Con el tiempo y el descubrimiento de otros mundos, me fui apartando del Boss. La juventud, la “modernez” te hace ser arrogante y pensar que sabes mucho cuando realmente no sabes nada. Una supuesta “madurez” te hace volver a colocar las cosas donde deben estar. La imagen que puede proporcionar una acercamiento apresurado a la obra de Bruce puede implicar que se le califique de “demasiado americano”, superficial o fácil.
Os puedo asegurar que no es así. En mi ingente colección de discos, hay un apartado para los intocables donde se encuentran Dylan, Neil Young, Leonard Cohen, Van Morrison… y por supuesto Springsteen. Su obra es bastante más compleja de lo que se pueda pensar y sus vertientes son múltiples. Junto a la épica rockera americana de coches y chicas, de sueños rotos (muy reivindicable por cierto) y parodiada genialmente por Prefab Spraut en “Cars and Girls”, conviven otros visiones de América. Nebraska (1982), disco que lo convierte en heredero directo y comprometido del Woody Guthrie más peleón, con una austeridad insultante (grabación en cuatro pistas), le convierte en un fotógrafo que refleja otra cara aún más amarga, la del delito o la miseria. Disco que tiene su réplica en los noventa con otra obra maestra no suficientemente reivindicada: “The Ghost of Tom Joe”, con el telón de fondo de “Las Uvas de la Ira” de Steinbeck. Aparte hay que destacar el empeño en el que últimamente anda más implicado: la recuperación del viejo folk de principios de siglo y esa maravilla de discos que son las “Pete Seeger Sessions”.
Todos estos palos los toca durante las tres horas de concierto. El escenario carece de decorado alguno. Y las luces, las justas. Bruce no necesita de artificio alguno. Le basta con su música. Se sabe el centro del estadio. Arropado por una banda que toca como nadie rock and roll del clásico, del de solos con saxofón, que ejecuta un cada vez más cascado y adorado Clarence Clemons, la maquinaria no puede fallar.
Cuatro conciertos de tres horas en cinco días. 59 años. El Bruce cómico, el teatrero, al que le gusta tanto interpretar sus canciones, se pone tierno, gracioso, bruto…. y no permite que nadie se aburra, que nadie pierda el hilo de su discurso. Te dice que estás aquí, que has pagado una pasta pero que él te va a demostrar que ha merecido la pena. Recoge innumerables peticiones de canciones de un público mitómano y entregado a más no poder. Y él representa su papel de roquero honesto, sin dobleces y sincero. Se acaremela con Patty y para terminar presenta a su hijo, que sale a tocar totalmente desbordado y asustado por el ambiente de un estadio de cien mil personas entregadas. Los padres se dan cuenta y le demuestran continuo cariño. Todo tan desmedido y a la vez tan familiar. Quizá sea esa la descripción correcta.
Momentos. Pufff…. Difícil elegir. No sé. Estaba rodeado de verdaderos mitómanos y sentías que cada uno lo vivía de una forma distinta aunque quizá la comunión total llegó con “Thunder Road”. “Carretera del Trueno”. Coincido con Nick Hornby. La canción. 1975. Medio estadio se sabe la letra. Ahí está todo. Eso es Springsteen. La posibilidad de redención, la última llamada, el sincero y desesperado ofrecimiento a Mary ¿de una vida mejor?, la posibilidad de restañar las heridas, de recomponer las piezas de los sueños rotos. Esta canción es el rock and roll. Sin más.
En la misma onda “Badlands” donde todo el mundo se desmadra con una pieza clave del libro springstiniano, basada en las “Malas Tierras” de Terence Mallick, otra gran película, quizá un poco olvidada.
La juerga que se monta con “Rosalita”. Parece increíble que hayan pasado 30 años y se sigamos con el mismo desmadre. O “I´m going down” o “The Promise Land” o “Tougher than the rest” o “Tenth Avenue Freeze Out”o…
A mí particularmente me llegaron muy dentro porque las letras me parecen muy buenas y además funcionan como epítomes del ideario springstiniano que le ha llevado a los libros de historia de la música “This Hard Land”, “Youngstown” o “Bobby Jean”.
Bruce bromea. Está mayor. Tiene que marchar. Ya no puede más. Tres horas han pasado. Te da la impresión de que no ha tocado nada. Faltan miles de canciones que adoras. Mi reino por una entrada para un concierto en acústico con guitarra y armónica en un teatro.
No sé si nos volveremos a ver, Bruce, pero sé que siempre has estado ahí y siempre seguirás ahí, hasta el final, hasta que caiga el telón.
“POINT BLANK!”
Y aquí se terminó nuestra peripecia. Muchos y muy buenos momentos, que poco a poco se van convirtiendo en memorables recuerdos.

viernes, 8 de agosto de 2008

DACHAU Y FÜSSEN: VOLVEMOS A LA R.S.

Nos levantamos con una ligera resaca, y un punto de tristeza, pues el día que empieza será el penúltimo que pasemos en Alemania. Tardamos en arrancar, porque antes debo pasar por la lavandería del albergue para "reciclar" algo de mi ropa sucia. Una vez conseguido ésto, recuperamos el coche y abandonamos Munich dirección Dachau para visitar el antiguo Campo de Concentración Nazi.

Tardamos poco en llegar y sorprende el aire de normalidad, y lo bonita que es la zona. Una vez en el campo, junto a otros turistas, colegiales de excursión y demás curiosos, seguimos paso a paso el "circuito". El cielo se vuelve menos azul, la hierba menos verde... El lugar está como perdido en otra dimensión del espacio/tiempo. Merced a la audioguía, las fotos, y los paneles explicativos, viajamos en el tiempo; de vuelta, la perplejidad y la incompresión persiste. Cómo es posible que un pueblo tan civilizado pueda alcanzar una locura tan absoluta. Definitívamente es un lugar con malas vibraciones.

Abandonamos las tinieblas y tomamos camino hacia la luz y los colores. Nos acercamos a una de las zonas más bonitas de Alemania, y probablemente del mundo. Conforme te acercas, el horizonte se asemeja a una postal de esas que has visto en calendarios o puzzles. Los Alpes al fondo, grandes prados , bosques, lagos...Todo en un mismo escenario. La idea original era despachar los castillos esa tarde y el día siguiente ir hacia el lago Constanza, pero el retraso en la salida de Munich, el tiempo invertido en la lavandería, y el viaje en el tiempo de Dachau, haceb necesario pasar allí la noche. Hay tal concurrencia de visitantes, que al día siguiente hubimos de madrugar para conseguir tickets para los castillos; y tardamos bastante en conseguir alojamiento. La presencia de turistas, sobre todo japoneses, el ser víspera de fín de semana, y además la coincidencia de que al día siguiente será esta ciudad el escenario de la salida de la TransAlp, ocasionan que sólo gracias a un simpático personaje consigamos dos habitaciones simples al precio de una doble en el Hotel Berger.

Para quien no lo sepa, la TransAlp es una carrera de mtb por parejas que a lo largo de 7 días recorre Los alpes. Participan desde profesionales (Bart Bretjens ganó hace un par de años) hasta populares. Es una de mis asignaturas pendientes, y hace unos años estuve dando la lata a todos los "asustaconejos" que conocía, sin éxito. A ver si alguien lee ésto y se anima.

Volvemos al turismo... Cenamos en un chino, tras tomarnos una cerveza en una terraza del centro, contemplando el ir y venir de numerosos participantes de la TransAlp. Nos vamos pronto a la cama, para aprovechar el hotel, leer algo y ver cómo va el Tour de Francia. AL día siguiente, nos confesamos mútuamente, que nos quedamos dormidos durante el resúmen de Eurosport sobre las 22:30. ¡Joer qué gagás estamos!
Mañana más...

MUNICH - II


Tras una parada para reponer energías en un garito de la calle principal donde cada uno se sirve la comida preparada que desee y luego la paga al peso, continuámos recorriendo el centro monumental de la ciudad. De entre las plazas, palacios e iglesias, fuentes y demás monumentos que vimos, aún hoy permanecen en nuestra retina dos "pequeñas" maravillas.La primera de ellas es el "Cuvilliés-Theater" que se encuentra en la zona de la "Residenz". Una pequeña maravilla dorada, a la que las fotografías no hacen justicia.
















En segundo lugar destacar la "Asamkirche" (Iglesia de San Juan Nepomuceno), o como conseguir deslumbrar a base de "barroco" para que el espectador no sepa dónde mirar, y dejar de lado así, que el templo sólo mide 28 m de largo y 8 de ancho. Además tuvimos aquí la suerte de coincidir con el organista en sus ensayos.



















Por la tarde, y después de pasear por el "Englische Garten" (Jardín inglés), uno de los parques urbanos más grandes de Europa junto al río Isar, hubimos de decidir, casi échándolo a suertes, qué museo visitar de los varios y muy afamados que Munich ponía a nuestra disposición. Optamos por la pintura, y dentro de ésta prescindimos de los modernistas para admirar a los clásicos en el "Alte Pinakothek". En su interior trabajos de Tiziano, Brueghel, Rembrandt, Velazquez y el Greco entre otros muchos. Me gustaron especialmente el famoso "Expolio" de El Greco, Zurbarán, Murillo... En fín; un lugar para pasearse todo un día entre sus salas.



















Ya anocheciendo, volvimos rumbo a nuestro alojamiento dispuestos a zamparnos una buena cena, y sobre todo, (por fín Atalanta empezaba a mostrar síntomas de superar sus males), a hacer honor a la ciudad en la que nos encontrábamos y bebernos unas jarras de cerveza.

Al final sólo pudimos con una; eso sí, antes ya nos habíamos bebido alguna "pequeña" (1/2 litro) y después seguimos con ese tamaño más manejable. Visitamos un par de garitos cercanos, y la penúltima la tomamos en el bar de nuestro albergue rodeados de jovenzuelos. Y así con el estómago lleno, y la cabeza algo caliente nos fuímos a la cama.
Oligado es puntualizar que lo aquí expuesto, es sólo una pequeña parte de lo que ofrece esta monumental ciudad. Es la tercera en tamaño de Alemania, y el número de museos, iglesias, plazas, monumentos y edificios más o menos significativos, necesitan de unos días al menos para llevarse una idea general de la ciudad.

miércoles, 6 de agosto de 2008

MUNICH - I

MÜNCHEN:

Con algunos pequeños despistes, porque MariPili no conocía la calle donde se encontraba nuestro Albergue (Wombats), y bajo un calor agobiante llegamos a Munich cuando ya caía la tarde. Ciudad bulliciosa, que nada tiene que ver con los lugares por los que hasta entonces nos habíamos movido. Tras encontrar un garaje donde poder guardar el coche y todo su contenido, por fín nos instalamos en una habitación con capacidad para 6 personas, habitada por unos cuantos jovenzuelos japoneses y americanos. Junto al nuestro hay otros dos establecimientos del mismo tipo,un par de hoteles, restaurantes y bares. Estamos cerca de la estación de tren, y la zona se presta a este tipo de servicios. El Wombats resulta ser un lugar bastante limpio y nuevo; tiene un patio interior dónde han colocado hamacas, sofás y tumbonas, ocupadas por representantes de variadas nacionalidades y razas.


Una vez instalados salimos a cenar, y como ya presagiaba el sofocante calor, rompe a llover con tormentosa virulencia. Esperando que fuese un fenómeno puntual (aunque lamentáblemente nos acompañaría de manera intermitente durante nuestra estancia en la ciudad), nos metemos en un restaurante italiano situado al otro lado de la calle. Allí nos atendió un personaje de aspecto y modales latinos, malencarado y bastante impertinente. En su descargo, admitir que la comida estaba estupenda. En la sobremesa echamos un vistazo a la guía junto a un par de tazas de té (manzanilla para Atalanta), y diseñamos el plan de ataque para el día siguiente. Como venía siendo habitual, bastante antes de la medianoche ya estábamos en la camita (¡Qué dura es la vida del triatleta!). Sin embargo la noche aún nos depararía algún sobresalto. Uno de nuestros compañeros de habitación, yankee para más señas, llegó algo "confundido" por las libaciones típicas de la zona, y mientras se ordenaba silencio a sí mismo, hubimos de soportar cómo se tropezaba con las sillas, se peleaba con la puerta de la habitación, intentaba marcar un número telefónico en su móvil sin conseguirlo, y finálmente dormía en el suelo, junto a la cama del sufrido Atalanta, que se arrepintió amargamente al día siguiente de no haber inmortalizado la situación con la cámara.

Amanecimos pues como el día, con semblante algo nublado por las andanzas de nuestro compañero de cuarto, pero tras reponer fuerzas con un buen desayuno (menos el café que sabía peor que la sopa del vietnamita de Würzburg) nos lanzamos a conocer la monumental Munich, eso sí, bajo la lluvia.

Gracias al sentido de la orientación de Abel (yo sin MariPili soy capaz de perderme en el pasillo de mi casa) atravesamos la "Karls Tor" (Puerta de Carlos) reminiscencia de las antiguas murallas de la ciudad, y caminamos por la "Neuhauser Strasse" repleta de cafés y tiendas, y que según la guía es la calle con mayor índice de compras de toda Alemania, hasta "Marienplatz"", núcleo arquitectónico y cultural de la ciudad. Allí nos quedamos con ganas de presenciar la danza de las figuras mecánicas de la torre del reloj del Ayuntamiento, espectacular edificio neogótico.



En una de las fuentes de la plaza, Atalanta se hizo una foto con un ejemplar de "fugu", pescado habitual de la cocina japonesa, que si no se corta de una manera determinada, resulta venenoso (o eso sucedía al menos en un estupendo episodio de los Simpson).


Continuará...

viernes, 1 de agosto de 2008

"DIE ROMANTISCHE STRASSE" - 2ª ETAPA

Nos habíamos quedado durmiendo en el albergue de Rothenburg rodeados de críos y temiéndonos lo peor. Al final resultó que el más ruidoso fué nuestro compañero de habitación, que madrugó mucho y anduvo cacharreando por la habitación desde hora bien temprana. Y es que no sé si es efecto secundario de la práctica del tri, o que en verdad estamos algo "gagás", pero el caso es que durante todo el viaje, normalmente a las 11 de la noche ya estábamos dormiditos, y tampoco madrugamos en exceso ningún día (con excepción del 13 claro).
Bueno, pues como habíamos llegado algo tarde, tras desayunar y volver a dejar mi cochecito cual "fragoneta de mercadillo" con tantos bártulos, turisteamos un poco por el pueblo. Le compré un regalito a Di que había visto en un escaparate la noche antes, y tras dar un paseo subimos a la torre del ayuntamiento por una escalera de caracol, siguiendo los pasos (como no podía ser menos) de una pareja de japoneses. Magníficas vistas de la ciudad y los bosques cercano. Volvemos a la carretera. Próximo destino: Dinkelsbühl.
DINKELSBüHL
http://www.dinkelsbuehl.de/ISY/mlib/media/DIN_Streuprospekt_ES.pdf?mediatrace=.381.

Es un pequeño pueblecito que las guías presentan como una versión a escala de Rothenburg. Cuando atraviesas la muralla, el colorido de las casas, las flores, los escaparates, lo cuidado que está todo, te llevan a pensar que estás en el decorado de una película; casi parece algo artificioso.

Nos damos una vuelta por el exterior de la muralla, paseando junto al río, admirando sus puentes , pequeños torreónes y puertas de entrada, a lo largo de un perfecto camino/carril bici habilitado para el disfrute de los caminantes.


Uno de los atractivos del lugar (según los chicos de Lonely Planet) es el Museo 3D o Museo del ácido, dónde experimentar en primera persona y sin efectos secundarios, lo que debe ser un viaje alucinógeno. Se encuentra justo tras pasar la puerta en la que posa Atalanta.



Tras consultar con la amable señora de la recepción que nos dice que tardaremos unos 45 minutos en la visita y pagar unos sangrantes 9 euros (luego lo entenderéis el adjetivo) nos lanzamos al "viaje"... Que hacemos en 15 minutos y eso pensando en lo que hemos pagado y remoloneando; es un conjunto de "maquinas" que llegan a provocar mareo, exposición de carteles de pelis en 3d, y sobre todo una gran colección de hologramas. En fín... Una chufa! Acabo de recordar que me propuse mandar un email a los de la guía para que me explicasen si el que escribió la reseña sobre el muséo había tomado algo antes de entrar.


AUSBURGO
http://es.wikipedia.org/wiki/Augsburgo
http://www2.augsburg.de/index.php?id=12307


Nada más llegar paramos a comer una pizza vegetariana al estilo italiano en un restaurante turco. Está rica, aunque acabamos con un pequeño dolor de cabeza porque tenemos al lado una pareja de "señoritas" mejicanas que no callan. Luego, cumpliendo con lo que se convirtió en un hábito durante todo el viaje, nos tomamos un café en una terraza del centro. De hecho Abel ha desarrollado una cierta adicción a sus "cafelitos". La secuencia era siempre la misma con el/la camarer@: "Kleine oder gross?: Gross bitte!!!"

Nos vamos hacia el centro y tras una breve parada y foto en la Herkulesbrunnen (Fuente de Hércules), admirar la fachada del ayuntamiento, y hacernos unas fotos en la "Augustusbrunnen" (Fuente de Augusto), nos adentramos en el silencio y frescura de la bonita catedral.





Uno de los muchos atractivos de la ciudad, es la "Fuggerai" (http://www.fugger.de/sprachen/sp.htm), colonia urbana erigida por la poderosa familia de banqueros Fugger en 1521 para ofrecer alojamiento a los más desfavorecidos. Aún hoy la fundación sigue manteniendo en pié el complejo con los mismos fines. Fué destruída casi en su totalidad en la II GM, porque los nazis instalaron en su interior una estación de radar. Hay un búnker bajo la plaza en cuyo interior se puede ver una pequeña exposición de documentos, fotos, uniformes, etc. Hoy en día es un atractivo más de la ciudad.

Ya avanzada la tarde salimos disparados con la intención de llegar aún de día a Munich. Pero eso será otra historia.
Continuará...