miércoles, 6 de agosto de 2008

MUNICH - I

MÜNCHEN:

Con algunos pequeños despistes, porque MariPili no conocía la calle donde se encontraba nuestro Albergue (Wombats), y bajo un calor agobiante llegamos a Munich cuando ya caía la tarde. Ciudad bulliciosa, que nada tiene que ver con los lugares por los que hasta entonces nos habíamos movido. Tras encontrar un garaje donde poder guardar el coche y todo su contenido, por fín nos instalamos en una habitación con capacidad para 6 personas, habitada por unos cuantos jovenzuelos japoneses y americanos. Junto al nuestro hay otros dos establecimientos del mismo tipo,un par de hoteles, restaurantes y bares. Estamos cerca de la estación de tren, y la zona se presta a este tipo de servicios. El Wombats resulta ser un lugar bastante limpio y nuevo; tiene un patio interior dónde han colocado hamacas, sofás y tumbonas, ocupadas por representantes de variadas nacionalidades y razas.


Una vez instalados salimos a cenar, y como ya presagiaba el sofocante calor, rompe a llover con tormentosa virulencia. Esperando que fuese un fenómeno puntual (aunque lamentáblemente nos acompañaría de manera intermitente durante nuestra estancia en la ciudad), nos metemos en un restaurante italiano situado al otro lado de la calle. Allí nos atendió un personaje de aspecto y modales latinos, malencarado y bastante impertinente. En su descargo, admitir que la comida estaba estupenda. En la sobremesa echamos un vistazo a la guía junto a un par de tazas de té (manzanilla para Atalanta), y diseñamos el plan de ataque para el día siguiente. Como venía siendo habitual, bastante antes de la medianoche ya estábamos en la camita (¡Qué dura es la vida del triatleta!). Sin embargo la noche aún nos depararía algún sobresalto. Uno de nuestros compañeros de habitación, yankee para más señas, llegó algo "confundido" por las libaciones típicas de la zona, y mientras se ordenaba silencio a sí mismo, hubimos de soportar cómo se tropezaba con las sillas, se peleaba con la puerta de la habitación, intentaba marcar un número telefónico en su móvil sin conseguirlo, y finálmente dormía en el suelo, junto a la cama del sufrido Atalanta, que se arrepintió amargamente al día siguiente de no haber inmortalizado la situación con la cámara.

Amanecimos pues como el día, con semblante algo nublado por las andanzas de nuestro compañero de cuarto, pero tras reponer fuerzas con un buen desayuno (menos el café que sabía peor que la sopa del vietnamita de Würzburg) nos lanzamos a conocer la monumental Munich, eso sí, bajo la lluvia.

Gracias al sentido de la orientación de Abel (yo sin MariPili soy capaz de perderme en el pasillo de mi casa) atravesamos la "Karls Tor" (Puerta de Carlos) reminiscencia de las antiguas murallas de la ciudad, y caminamos por la "Neuhauser Strasse" repleta de cafés y tiendas, y que según la guía es la calle con mayor índice de compras de toda Alemania, hasta "Marienplatz"", núcleo arquitectónico y cultural de la ciudad. Allí nos quedamos con ganas de presenciar la danza de las figuras mecánicas de la torre del reloj del Ayuntamiento, espectacular edificio neogótico.



En una de las fuentes de la plaza, Atalanta se hizo una foto con un ejemplar de "fugu", pescado habitual de la cocina japonesa, que si no se corta de una manera determinada, resulta venenoso (o eso sucedía al menos en un estupendo episodio de los Simpson).


Continuará...

1 comentario:

davidiego dijo...

Si había ruido por la noche y no os dejaba dormir, no hay duda, era un wombat!