martes, 22 de abril de 2008

McChain...



Estaban todos arremolinados alrededor del televisor de la sala de café, cuando Dori, la operadora, irrumpió visíblemente alterada y les comunicó la noticia.
-Está bien, dijo McChain; yo me encargo.
En realidad, él con lo que de verdad disfruta es con las "clásicas" de la Copa del Mundo; las retransmisiones de las grandes carreras por etapas se le hacen tediosas y le cuesta mantener el interés ; además es tanta la atención mediática que acaparan sus protagonistas, y no sólo en el ámbito deportivo, que se está convirtiendo a ciclistas, sus mujeres, los directores de equipo, etc, en personajes comparables a estrellas del rock. ¡Pero si en la sección deportiva de los noticiarios, ocupan el 90 por ciento del tiempo disponible y no dejan más que unos pocos segundos para deportes minoritarios como el fútbol, o la Fórmula 1!
-No os preocupéis, añadió. Me vendrá bien tomar un poco el aire.
No le prestaron mucha atención, más allá de una rápida sonrisa de agradecimiento, y volvieron sus cabezas hacia la pantalla.
Ya en el garaje de la comisaría, se montó en su vetusta, pero aún elegante Schwinn, y se dirigió hacia el lugar de los hechos. En tiempos de doble suspensión, de fibra de carbono para todos los públicos, de 10 velocidades en carretera, él sigue prefiriendo su singlespeed con freno coaster para desplazarse por la ciudad. Por supuesto que cuando sale a machacarse por los puertos de la Sierra utiliza su Bianchi, o si toca entrenar con la cabra disfruta como un niño de las miradas de admiración hacia su Look 496, o ensucia sin piedad la Ibis Mojo cuando toca ejercer de "asustaconejos" por el monte. Es conocida y envidiada la calidad que atesora en su garaje, pero como hombre de manías que es, prefiere la sencillez de la Schwinn para el día a día.
Saludó a los agentes que se encontraban acordonando el lugar, y al subir al segundo piso, estuvo a punto de caer, derribado por uno de los técnicos que bajaba atropelládamente las escaleras hacia la salida, presa de violentas arcadas. Ya arriba, en el rellano, se cruzó con el otro, ya veterano como él. En los días siguientes, le sería difícil olvidar el rostro desencajado y la palidez enfermiza de su tez.
-Ningún ser humano en su sano juicio puede haber hecho ésto; le dijo, con voz entrecortada.
Cada vez más preocupado, respiró hondo, entró en la vivienda, y enfiló el corto pasillo hasta desembocar en el espacioso salón. Lo que allí encontró, le golpeó en pleno estómago, hasta casi hacerle vomitar. De manera refleja, dió un paso hacia atrás, para, acto seguido, obligarse a mantener el autocontrol, comportarse como el veterano profesional que era y examinar detenídamente el escenario que se presentaba ante sus ojos.
No cabía duda... Los restos diseminados por toda la estancia, habían formado, hasta hace no mucho, una figura de elegancia y belleza míticas. A sus piés, y mutilada violentamente, yacía lo que en su día había provocado tantos suspiros de admiración.
Tenía el privilegio de contemplar, aunque apenas reconocible, la "Automoto" con la que Henri Pelissier ganó el Tour de Francia en 1923.
Continuará...

3 comentarios:

davidiego dijo...

queremos fotos!!

morbo, morbo!

Si te lo tengo que explicar... dijo...

De momento está bajo secreto de sumario. Habrá que esperar a la resolución del caso....

A. dijo...

Te recuerdo que aún no has resuelto este caso McChain!