viernes, 4 de abril de 2008

"El bidón misterioso"


De un salto abandona la cama, como cada mañana, temprano, muy temprano, lo necesario para poder acercarse a la piscina y nadar un buen rato antes de ir a la oficina; a la vuelta, ya de día, una ducha rápida, el disfraz de persona decente y a trabajar.

Pero...¡Un momento! ¿Qué es lo que hay junto a a entrada de la casa? Es un bote, sí, un bote de ciclismo, y además de ese equipo profesional que todos conocemos. ¡Qué extraño! En fín, nos vendrá muy bién.

Al día siguiente, la rutina es la misma, es lo que tiene ser triatleta con sueños en formato ironman, y trabajo de jornada partida. Desayuno, piscina, ducha, disfraz y... Sí, SORPRESA MAYÚSCULA, otro bote y del mismo equipo. Si es una broma es un tanto extraña.

Miércoles, hoy no ha habido ánimos para levantarse pronto y cumplir con el rito de los 2000 metros en la piscina; la paliza de ayer en la bici haciendo series ha sido la culpable; de puro cansancio apenas ha sido posible conciliar el sueño. Al salir aún medio adormilado camino de la oficina... No puede ser, aún después de frotarse los ojos, un día más hay un bote como los anteriores, y con la misma publicidad.

El jueves y el viernes más de lo mismo. A pesar de haberlo comentado con algúna que otra persona, nadie sabe nada, y alguno reacciona con sonrisa de incredulidad, y no estamos cerca de "los santos inocentes". Los botes hallados están colocados bien alineados en la estantería de los trastos de la bici.

El viernes por la noche la decisión está tomada. La intención es salir con la bici por la Sierra para hacer unos puertos y disfrutar de esta primavera tan agradable que estamos teniendo; pero antes, hay que madrugar, a pesar de ser "fínde", y sentarse frente a la puerta sin levantarse ni un momento con el fín de solucionar el misterio.

Suena el despertador; un vistazo a la entrada y no hay objetos extraños. Desayuno y ducha; nuevo reconocimiento visual y nada de nada. Un poco más tarde se oye un leve rumor, difícil de concretar, a pesar de que va aumentando progresívamente de intensidad. Unos segundos más tarde, se oyen voces entremezcladas con el sonido anterior, que ahora se podría describir como una especie de zumbido. Impaciente, junto al borde del asfalto de la calle, con los ojos como platos, y una sonrisa que va aumentando conforme se acerca, se produce el contacto visual.

Misterio resuelto. Doce, trece, quizá más ciclistas pasan raúdos junto a la puerta; todos visten los colores del mismo equipo, deben estar alojados en algún hotel de los alrededores entrenando con vistas a alguna competición cercana. Uno de ellos, justo al cruzarse su mirada con la nuestra, nos guiña un ojo mientras apura un bidón y lo tira con suávemente pero con gran puntería al felpudo de la entrada.

2 comentarios:

Clemente Alonso McKernan dijo...

Historia curiosa. Cómo gusta el misterio. Ya vamos estando en contacto, que no conocía el blog. Saludos

Si te lo tengo que explicar... dijo...

Bienvenido Clemente. Es un honor! Te admiro mucho como atleta, y disfruto mucho con tu blog. Taluego!