La mejor presentación la hace Chuparuedis en su blog (abajo tenéis un link). En la edición "cero" parece que hubo algún Jumento (aunque no lo tenemos registrado), así que habrá que hacer oficial nuestra participación este año. ¿No os parece?
" El GP Canal de Castilla nace sin complejos, con la vocación y el sabor de las grandes clásicas del norte de Europa, aspirando a todo. Solo por su concepción con mas de 90km por firmes no convencionales, nace impregnada del romanticismo de los tiempos heroicos del ciclismo, donde nuestros abuelos como no sabían que era imposible circular en bicicletas por caminos de tierra, lo hacían. La idea no es nueva, Francia tiene su carrera en la Tro-Bro León e Italia la suya con la Eroica, ¿por qué no España? donde aún se organiza la hermana pequeña de las tres grandes pruebas por etapas y donde siempre ha faltado una carrera al estilo de las grandes clásicas que aporte de nuevo el aroma de grandes gestas a nuestra solera ciclista."
Los tramos de color tierra corresponden a las carreteras blancas, caminos de concentración parcelaria y los amarillos a las sirgas.
Podéis leer el texto completo y ver las estupendas fotos de la edición celebrada el año pasado pinchando en el siguiente link:
Hasta yo que vivo fuera del universo de las noticias, me he topado estos días con caras y escenarios como los que retratan estos pocos ejemplos. Cualquier adjetivo que utilicemos sonaría banal para las personas que están inmersos en semegante tragedia. Y yo me pregunto, aunque creo saber ya la respuesta: ¿Por qué son siempre los más desfavorecidos los que además sufren estos "castigos divinos"?
Un soldado de mil batallas, una leyenda olvidada, a tal punto que en el 2002 eran pocos los que recordaban que aún estaba vivo. Uno de ellos fue Joe Henry, un productor y músico de Alt-Country que viajó hasta Philadelphia para llevarle al reverendo Solomon Burke, el protagonista de esta historia, la propuesta de volver a grabar un nuevo disco después de años de retiro de la música secular. La idea de Joe Henry fue arriesgada: convocó a fans de Solomon de indudable prestigio, y les solicitó que escriban una canción especialmente para su retorno. Bob Dylan, Brian Wilson, Tom Waits, Elvis Costello, Van Morrison (autor de dos canciones), Nick Lowe, Barry Mann/Cynthia Weil (Elvis Presley, The Crystals, The Ronettes) y Dan Penn (compositor de, por ejemplo, "The Dark End of the Street") fueron los elegidos. Todos respondieron afirmativamente. Finalmente Henry aportó una canción propia y la lista de temas se completó con una composición del ignoto Pick Purnell. ¿El seudónimo tras el cuál se esconde otra celebridad tal vez? Seguramente, aunque no encuentro ninguna información al respecto.
Con la confirmación del repertorio a interpretar, solo restaba comenzar a grabarlo y el lugar elegido para hacerlo fue el estudio del Fat Possum Records. La banda de apoyo incluyó, entre otros, a Rudy Copeland, el genial organista ciego de la iglesia de Burke, a Daniel Lanois (U2- Peter Gabriel) y al grupo de gospel The Blind Boys Of Alabama. Aunque parezca asombroso, las sesiones de grabación se completaron en tan sólo cuatro días. Mientras tanto, Solomon Burke hacía suyas canciones que escuchaba por primera vez en su vida... Otra prueba más del carácter excepcional de este disco. El resultado final es sublime, ni más ni menos. Un álbum de Soul tradicional, que, sustentado por una serie de composiciones extraordinarias y por la imponente voz de Solomon, tuvo destino de clásico desde el momento de su gestación. Mi preferida es la estremecedora "Flesh and Blood", aunque igual de sobresalientes son "Don't Give Up On Me", "Fast Train", "Soul Searchin'" y "The Judgment".
A partir de su regreso, Solomon Burke -sesenta y ocho años, más de doscientos kilos, padre de veintiún hijos. Solomon dixit: “Era joven y las chicas venían de todas las esquinas. No pude amar a todas, pero lo intenté”- editó tres álbumes más: "Make Do With What You Got" (2005), "Nashville" (2006) y "Like a Fire" (2008), todos sumamente recomendables.
Well you better listen my sister's and brothers, 'cause if you do you can hear there are voices still calling across the years. And they're all crying across the ocean, and they're cryin across the land, and they will till we all come to understand.
None of us are free. None of us are free. None of us are free, one of us are chained. None of us are free.
And there are people still in darkness, and they just can't see the light. If you don't say it's wrong then that says it right. We got try to feel for each other, let our brother's know that we care. Got to get the message, send it out loud and clear.
(Chorus)
It's a simple truth we all need, just to hear and to see. None of us are free, one of us is chained. None of us are free. now I swear your salvation isn't too hard too find, None of us can find it on our own. We've got to join together in sprirt, heart and mind. So that every soul who's suffering will know they're not alone.
(Chorus)
If you just look around you, your gonna see what I say. Cause the world is getting smaller each passing day. Now it's time to start making changes, and it's time for us all to realize, that the truth is shining real bright right before our eyes.
Y llegamos al último episodio de este viaje . Ocurrió hace mucho, mucho tiempo… De hecho se desarrolló en otro año, en otra década… Y sin embargo, no lo olvidaré jamás. Para empezar porque tuve la suerte de disfrutar de la compañía de la chica más guapa del baile…
Sí, de hecho, aunque no se le note, aquí le acababa de pegar un mordisquito y lo estaba saboreando. Hummmm!!!
¡Qué rica!
Como os confesé en la entrada con la que despedí el año, nunca he sido un tipo demasiado navideño. Esas fechas, más allá de momentos puntuales, y que fundamentalmente coincidían con el reencuentro con mis amigotes jaramugos, nunca me dejaron otra cosa que tristeza de resaca. Esta vez, sin embargo, alguien fue capaz de romper el hechizo, de tal forma que mi verde y áspera piel de sapo gruñón desapareció en medio de una nube de humo.
Y es que, como decía Annibal Smith (el del Equipo A): Me encantan que los planes salgan bien. El jueves, día 31 después de trabajar hasta mediodía, picamos espuelas al Chiquitín (bueno más bien fue Raquel quien le hizo “morder el asfalto”, como ella dice) y nos plantamos en Benia de Onís, un pequeño pueblecito a diez kilómetros de Cangas, donde habíamos reservado alojamiento y dónde pensábamos disfrutar de una Nochevieja diferente. Un hotel de 4 estrellas, con spa, media pensión y cotillón con barra libre a un precio razonable, nos decidieron a plantearnos un cambio de año diferente a los que ámbos habíamos vivido con anterioridad.
Algunos detalles del hotel en que nos alojamos y de lo que organizaron para esa noche, serían dignos de una entrada “per sé”, pero dejemos que se queden en meras anécdotas de unos días estupendos.
Cenamos más o menos bién, me comí las uvas (las de los dos), nos pusimos el kit del Manolín (me acordé mucho de vosotros chavales), bebimos cava y “pal cotillón”.
- con el kit del Manolín -
La International Alto Standing Orquesta (o algo así), a pesar de tan rimbombante nombre ni era tan internacional, ni de alto standing (o a lo mejor sí, pero como clase media-baja no supimos apreciarlo), y hubo momentos en los que pareció más una charanga que una orquesta. Aún así consiguieron que no dejásemos de mover el esqueleto, con riesgo de mi propia integridad física incluso, como luego me contó Raquel. Las copas sabían fatal y desde luego el dolor de cabeza del día siguiente nos confirmó que se sirvió botellón, pero como había barra libre, pues ya sabéis… Quizá algo nos excedimos.
Esto no lo hagáis en casa niños
Hay mucha más documentación gráfica, pero tendría que poner ese cartelito que DD usa a veces en sus entradas, porque el espectáculo sería algo fuerte para ojos no acostumbrados.
Gracias a todos por la paciencia, por haberos leído los cuatro capítulos.
Consecuencias de una barra libre en la que sirven botellón. Y de beber mogollón, claro. De hecho tengo los recuerdos de ese día algo borrosos. En fín...
Amanece tarde, pero en contra de casi todas las previsiones, el cielo está despejado y luce el sol (la neblina era interior). Desayuno lento, y nos marchamos a tomar algo el aire, a ver si así se despeja la cabeza. Y como estamos muy cerca, y la climatología es tan amable, subimos a ver el Lago Enol.
Increíble el desnivel de "la huesera" y los barrancos que bordéan la carretera, pero llegamos arriba sin problemas, gracias a la pericia de mi "choferesa" particular. La carretera estaba limpia, sólo pequeñas placas de hielo en las cunetas, y nieve por todos lados arriba nos indican que estamos en pleno invierno.
Dejamos al Chiquitín en el aparcamiento y nos pegamos un paséo por la nieve junto a un buen montón de domingueros como nosotros, y algún que otro con pinta de "profesionisti" que viene de hacer una rutilla más larga. La pena es que poco a poco, el cielo se va oscureciendo y desciende la temperatura, así que nos bajamos para Cangas de Onís a comer.
En Cangas encontramos, pese a la hora tan avanzada, un chiringuito abierto donde comemos algo rico y el estómago se va estabilizando. A nuestro alrededor todavía quedan valientes que siguen celebrando la nochevieja; alguno se ha quedado dormido apoyado en la barra. ¡Juventud: Divino tesoro! (¿Eh Xocas?)
Algo mejor de cuerpo y mente que a la mañana, volvemos a nuestro refugio, pues éste tiene Spa y nos hemos reservado la tarde-noche para catarlo. La decoración está muy lograda, pues emula una cueva; los juegos de luces y la ambientación resultan muy agradable. Lamentablemente todo está demasiado abigarrado, y resulta un poco agobiante. Aún así, lo disfrutamos, vaya que sí.
El sábado, una vez recuperados de la resaquilla del cambio de año, nos dedicamos al turistéo. Nuestro objetivo era visitar San Vicente del Sella, digo... perdón, Lastres.
De camino paramos a disfrutar de las maravillosas vistas del Mirador del Fito, y dímos un paseíllo por un sendero en el que nos topamos con un híto en homenaje al guarda que cuidó de la zona durante muchos años. ¡Qué majos son estos asturianos!
Seguimos ruta y llegamos, algo acomplejados, al pueblo que últimamente se ha hecho famoso por ser el escenario de la serie Dr. Matéo. Y sí, he dicho acomplejados porque íbamos pensando en nosotros mismos como unos frikis, pero en cuanto llegamos allí y empezamos a toparnos con gente a la caza y captura de la casa de tal o cual personaje, se nos pasó el sonrojo. De hecho, en los bares y tiendas locales, regalan un folleto con la "Ruta del Dr. Matéo".
El doctor Manuelo y la Puerrillo
Y nos tomamos algo en el bar de Tom
Es un escenario muy bonito, la verdad, de gente amable y acogedora; las casitas en general muy cuidadas y con detalles con mucho encanto. Merece la pena que visitéis el bar EL MESÓN en la parte alta, regentado por un rumano y un búlgaro (o al menos así creímos entenderlo nosotros) dónde os podréis beber una deliciosa sidriña con unas patatas al cabrales muy ricas (y barato además).
¡Qué mona la telefonista del pueblo!
Ya con el estómago lleno buscamos algún sitio para tomar café, y al vislumbrar una bonita terraza, nos metimos en el tugurio de la señora América (gracias por el apunte Srta. Puerr illo) que lucía en una de sus paredes un enorme mural lleno de fotos de los personajes de la serie y otros famosos.
La cafetera no funcionaba, hacía tiempo que no pasaba por allí el encargado de la limpieza y todo estaba algo desvencijado, pero el bar tenía encanto (kitsch quizá...), la vista era preciosa, y disfrutamos de un rato de amigable charla con otra clienta-amiga y la propietaria (a la que Raquel le vió cierto aire de "madama", por cierto).
Tras el ratillo de relax, nos fuímos a conocer a otros viejunos locales en el MUSEO JURÁSICO DE ASTURIAS que está a las afueras.
¡Qué valiente es mi niña!
Alguno casi nos quedamos sin cabeza por hacernos los valientes, jejeje... La exposición es interesante, y el edificio,muy original, trata de evocar en su forma la huella de una pisada de dinosaurio, cuyo descubrimiento dió lugar a la creación de este centro.
Unas fotuquis, unas compras para Pablo (experto en estos bichos) y listos.Antes de volver a "casa", qué menos que un paseíllo romántico por la playa a la luz de la luna, no?
Parece que fué hace años, y en efecto, transcurrió en gran parte durante el año pasado, el viajecito que nos pegamos Raquel y el que suscribe a territorio Astur.
Voy a comenzar por el último día, aunque no sea muy ortodoxo, pero es que ahora mismo, mientras escribo, con el hambre que tengo, mi estómago no deja de segregar jugos gástricos y mi mente no deja de recordar la comilona que nos pegamos en el restaurante Tierra Astur-Águila de Oviedo, un lugar espectacular y muy recomendable. Mereció la pena la espera, y menos mal que hicimos caso al camarero que nos sugirió que no pidiésemos más platos de momento, porque con la parrillada de verduras (exquisita), las setas al cabrales y las dos botellas de sidra que nos "metimos pal cuerpo", a la salida me sentía como Obelix. Ufffff!!!!
Antes habíamos pasado la mañana visitando la Cueva del Sopláo con sus impresionantes galerías y paisajes de estalactitas y estalagmitas; primero en el trenecito, y luego recorriendo a pié tras una guía la parte abierta al público.
Después del festín del mediodía (bueno, en realidad nos levantamos de la mesa casi a las 6 de la tarde), hubo que agarrarse al volante y enfrentarse a la metereología adversa (fué el único día que tuvimos mal tiempo) en forma de lluvia e intensa niebla, para llegar a casa con los cuerpos cansados, sí, pero la mente despejada y llenos de energía para intentar cumplir con los propósitos del nuevo año.
Siguiendo con el hilo de la entrada de ayer (como veis, de momento estoy cumpliendo) debo añadir a mi lista de propósitos uno muy importante que hoy alguien se ha encargado de recordarme: Demostrar a la gente que quieres, que los quieres. Osea, esforzarse un poquito en cultivar esos pequeños gestos y detalles, que les demuestran a las personas que nos importan, lo que sentimos por ellas.
Y nada más enraizarse esta idea debajo de la abundante cabellera que por ahora luzco, se me enganchó esta cancioncilla que descubrí en una peli protagonizada por el simpático Hugh Grant, basada en una novela de Nick Hornby (otra vez) “About a boy”.
Badly Bad Brown “minor incident”.
También van apareciendo algunos de los vuestros en los comentarios a la entrada de ayer; la mayoría compartidos por todos nosotros. Me quedo, sin embargo, con el escueto comentario de Atalanta: “Hacer las cosas bién”. Ni más ni menos…
Tamaña reflexión, trajo a mi memoria inmediatamente uno de los libros que más me gustaron de los que leí el año pasado, escrito por mi admirado tocayo Manu Leguineche con el título “El precio del paraíso”, dedicado a la figura de Antonio García Barón, un anarquista superviviente a la Guerra Civil española, a los campos de concentración alemanes y a la vida en plena jungla del Amazonas donde fundó su propia república, la República Independiente del Quiquibey, en la que no se utiliza el dinero y donde vive conforme a su manera de pensar; tengo en borrador una entrada sobre este relato apasionante que no acabo de completar, pero lo volveré a intentar. A lo que íba… El protagonista usaba a menudo una frase parecida, a la hora de explicar las decisiones que fue tomando en su vida, y que no fueron casi nunca fáciles. Un idealista sin pelos en la lengua y con una historia vital que daría para llenar una biblioteca. Otra de sus expresiones que también me gustó fué: "Donde hay dinero, siempre hay un cura".
Se me antoja que casi todos, en mayor o menor medida, nos proponemos al comenzar un nuevo año, la consecución de determinado objetivo, la superación de cierto reto, el abandono de un mal hábito o el establecimiento del alguno “bueno”; y yo no voy a ser menos. No obstante, aquí mismo confieso que la perseverancia nunca fue una de mis virtudes, y si uno de mis muchos defectos.
Pongámonos pués a ello… Y qué mejor manera de empezar, que hacerlo escribiendo, pues será éste uno de mis propósitos para este curso. Escribir siempre me ha hecho bién, me gusta zambullirme en la perfecta uniformidad de una página en blanco, y marcar sus calles. Unas veces la sensación es de sincronía y deslizamiento; otras de lucha. Unas veces el resultado será más o menos satisfactorio, otras sin embargo, no merecerá la sesión quedar registrada. Símplemente escribir, sin mayores pretensiones, ni por mi parte, ni –espero- por la vuestra a la hora de leerme. Incluyo en este primer reto, la intención de participar más activamente en vuestros blogs, puesto que aunque sigo leyéndoos a diario, reconozco que ya no me aplico a mí mismo, lo que se afirma en la cabecera de éste en el que estáis.
En segundo lugar, voy a esforzarme por aumentar lo que alguno calificó este verano como “descacharrantes” cifras de entreno, y para ello, intentaré incidir en aquellos aspectos más aburridos pero cuyos efectos deberían permitir a un viejuno como yo, con poco tiempo disponible, poder competir más en 2010, y sobre todo, disfrutar haciéndolo; intentar acudir a las citas, ya no con la incertidumbre de si la mecánica aguantará, sino con la intención de que ésta rinda al máximo posible. Abdominales, algo de pesas, muchos estiramientos…
Con el número tres, y metido ya de lleno en la crisis de los casi 40, voy a intentar una vez más conseguir un empléo no más digno, pero sí más cómodo, que me permita vivir algo más desahogado, y sobre todo, tener más tiempo libre para mis “pequeñas cosas” – que diría David-. Será cuestión de rentabilizar el poco tiempo libre que tengo, para conseguir llegar a ser funcionario.
Podría seguir enumerando buenos propósitos, pero seamos realistas, la mayoría se quedarían en eso, propósitos. Además, me espera un confortable –aunque frío y vacío- colchón al que he echado mucho de menos últimamente, y en el que espero poder dormir, pon fín, seis o siete horas de un tirón.
Os dejo aquí la tribuna abierta, para que emulando a Rob Fleming y sus compinches de “Championship Vynil”, expongáis vuestra lista con los cinco mejores propósitos que os hayáis marcado para este 2010.