Hielo, barro y conejos.

¡Vaya título más raro!

¿A que sí, a que lo estabais pensando?
Todo tiene su explicación, tranquilos... Vayamos por partes.
El sábado por fín volvió el sol, que parece que va a durar, así que el título no tiene nada que ver con la meteorología, y sin embargo acabamos llenos de barro (hablo en plural porque he tenido al ilustre Atalanta de okupa) viendo la estupenda etapa del Giro, en la que la parte final se hizo por una zona sin asfaltar. La lluvia y el barro, tuvieron bastante que ver con el vuelco que experimentó la clasificación general, porque hubo una caída en la que se fueron al suelo Basso y Nibali, que no fueron capaz de organizarse (o no tuvieron fuerzas) y volver a conectar con la cabeza en la que VinoKurov y Evans tiraban para meterles tiempo. Al final el primero en cruzar la meta fué Evans, al que se ve muy fuerte, con los Liquigas a un par de minutos, y Sastre (en compañía del hombre del mazo) perdiendo cinco minutos.

El domingo por la mañana acudimos el okupa y yo a la exposición "Atrapados en el hielo" dedicada a la aventura de Shackleton y sus hombres en el Polo Sur. Una visita muy recomendable: Hay un montón de fotografías increíbles del esforzado fotógrafo de la expedición, además de documentación, montajes audiovisuales,etc,etc... (No cuento más porque seguro que Atalanta le dedica una entrada).

Por la tarde, tras disfrutar de la subida al Terminilo en el Giro, tocaba sacar a pasear a la NINER y entrenar unas cuantas cuestas duras para la cita del sábado, así que cuarenta kilometrillos por los alrededores de la ciudad, en un circuíto que tiene varias subidas cortas pero cuya pendiente alcanza en algunos casos el 20% de desnivel, que con el 32x20 me dejaron los riñones y las piernas pidiendo a gritos una buena sesión de estiramientos.

Pues bien, resulta que en un momento de la salida, al atravesar una rotonda para enlazar con otra pista de tierra, en un lugar de tráfico intenso, me quedo pasmado al ver tras un muro semiderruído de piedra, no uno, ni dos, ni tres... Andaban por allí correteando una docena al menos de conejos (o liebres, que parecían algo grandes). Al pararme y sacar la cámara desaparecieron en sus escondrijos, pero tras unos minutos de paciente espera, algunos salieron de sus madrigueras a disfrutar de la soleada tarde. No se ven demasiado bien, pero es que no me podía acercar más.


Pdta: Enhorabuena al Ciegosabino por conseguir la camiseta de finisher en el IRONCAT con el día de tremeno viento que tuvo. ¡ERES UN CRACK!