-Supongo que no es fácil. Que habrá momentos duros.
-¿Duro? Siempre es duro - respondió - pero puede soportarse. Uno se siente como un trozo de madera cuya mitad está hundida en el agua. Se mira desde arriba y parece que está partido por el medio. Sin embargo, aún está entero. Te miras al principio y ves que estás roto, o torcido. Entonces te llevas la mano al lugar aparente de la herida y compruebas con un poco de incredulidad que, a pesar de todo, aún sigues entero, que todo está dentro, las vísceras y las glándulas, el corazón y los huesos.
¿Tú sabes cuál es el animal que tiene más dientes?
-Le preguntó muy serio.
-El león.
-No.
-El cocodrilo.
-No.
-El tiburón.
-No.
-El lobo.
-No.
-¡Los perros! - exclamó, comenzando a impacientarse.
-No.
-¡Venga, dímelo!
-¡El ratoncito Pérez!
Alba frunció las cejas unos instantes, desconcertada, y luego, de pronto, soltó una risa ancha y feliz...
Eugenio Fuentes - "La sangre de los ángeles"
4 comentarios:
A mi hija mayor le ha hecho mucha gracia el diálogo. Mañana seguro que se lo cuenta a toda la clase.
;)
-Tu hija y yo somos parecidos, porque ya ves que yo apenas he tardado en compartirlo con mis amiguitos. Jejejej
-David: o_o
Qué bonito es ese diálogo, como casi todo lo que viene de Eugenio Fuentes. Aunque esa novela yo la desconozco.
Rosa.
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